¿A quién no le gustan Los Sims? El juego, que se lanzó en el año 2000, vendió más de 200 millones de unidades y nos dio a la mayoría nuestro primer contacto con la inteligencia artificial primitiva.
Ahora, un grupo de investigadores de IA de la Universidad de Stanford y Google han utilizado la potente herramienta de IA GPT para turboalimentar un mundo inspirado en Los Sims al que han llamado Smallville, y lo han poblado con 25 «entidades generativas» para estudiar sus interacciones.
Los investigadores dotaron a sus agentes de personalidades, trabajos, rutinas e incluso memorias individuales y limitadas. Después los liberaron en Smallville. Descubrieron que sus criaturas empezaban a mostrar un comportamiento tan parecido al humano que a los humanos les costaba identificarlos como robots.
El proyecto se «inspiró en Los Sims, donde los usuarios finales pueden interactuar con una pequeña ciudad de veinticinco agentes utilizando lenguaje natural», según un artículo que los investigadores publicaron esta semana. «En una evaluación, estos agentes generativos producen comportamientos individuales y sociales emergentes creíbles».
Por ejemplo, después de pedir a uno de los agentes que organizara una fiesta de San Valentín, «los agentes difundieron de forma autónoma invitaciones a la fiesta durante los dos días siguientes, [hicieron] nuevas amistades, [se] pidieron citas para la fiesta y [se] coordinaron para acudir juntos a la fiesta en el momento adecuado».
El comportamiento que surgió con el tiempo resultó fascinante para los investigadores.
«Al decidir dónde almorzar, muchos eligieron inicialmente la cafetería. Sin embargo, cuando algunos agentes se enteraron de la existencia de un bar cercano, optaron por ir allí a comer», explicaron los investigadores. (Para ellos, eso es una muestra de «comportamiento errático»; para nosotros, sin embargo, se trata de una característica, no de un error).
Otra cosa que hacían los robots era …. hmmm, ¿llamarlo fiestas en el baño? Cuando uno de los bots entraba en el baño de una residencia universitaria, los demás se unían. «La residencia universitaria tiene un cuarto de baño que sólo puede ser ocupado por una persona», explica el artículo, «pero algunos agentes asumieron que el cuarto de baño era para más de una persona, porque los cuartos de baño de las residencias suelen admitir a más de una persona al mismo tiempo y deciden entrar cuando hay otra persona dentro». Los investigadores llegaron a la conclusión de que los robots simplemente asumían que el nombre «baño de dormitorio» era engañoso.
Más humano que los humanos
Aquí puede ver una grabación de la simulación y seguir la vida de cada personaje. Los personajes empiezan a desarrollar rutinas de forma autónoma, trabajando, interactuando (con conversaciones reales y espontáneas) y haciendo lo que hace cualquier humano. Después se les asignaron tareas o parámetros y se les evaluó en función de sus respuestas.
A continuación, los investigadores contrataron a 100 humanos para que evaluaran los resultados y los compararan con los producidos por usuarios humanos. La mayoría de los evaluadores dijeron que el comportamiento de los bots parecía más humano que el de los humanos reales en el 75% de los casos.
Future.ai
El desarrollo de personajes funcionales impulsados por IA no es nuevo. De hecho, en 2017, OpenAI -antes de ganar fama como creadores de ChatGPT y Dall-E- experimentó con un entorno cerrado en el que cuatro personajes potenciados por IA intentaban jugar al escondite. Los bots utilizaron el aprendizaje automático para adaptar sus estrategias (incluyendo, incluso explotando el marco del entorno).
«Esperamos que con un entorno más diverso, algún día surjan agentes verdaderamente complejos e inteligentes», decían los desarrolladores en un vídeo. Ahora, su profecía parece cerca de hacerse realidad.
Con robots cada vez más parecidos a los humanos, ¿cómo será la sociedad del futuro? La gente se ha enamorado de las IA e incluso se ha suicidado después de hablar con ellas. El peligro de no poder distinguir a los humanos de las máquinas es real.
«A pesar de ser conscientes de que los agentes generativos son entidades computacionales, los usuarios pueden antropomorfizarlos o atribuirles emociones humanas», afirman los científicos. «Sugerimos que los agentes generativos nunca sean un sustituto de la aportación humana real en los estudios».
Sí, porque eso nunca ocurrirá.
