El empresario inconformista Elon Musk, conocido por sacudir las industrias con memes, está lanzando una nueva búsqueda: la verdad sin filtros en la Inteligencia Artificial (IA). La última empresa de Musk, xAI, pretende redefinir el panorama de la IA, dando prioridad a la verdad transparente sobre la corrección política en sus modelos de IA.
¿Es esta audaz empresa una noble misión, un esfuerzo por crear una IA que imite su mentalidad o el catalizador para abrir la caja de Pandora?
El CEO de Tesla desveló su ambiciosa startup de IA en una reciente conversación en Twitter Spaces la semana pasada, prometiendo una empresa que valora la honestidad de sus modelos de IA por encima de los prejuicios percibidos. Musk hizo hincapié en la necesidad de una IA que no tenga miedo de compartir sus «creencias», incluso si se aventuran en terrenos «controvertidos».
«No le des a la IA objetivos normalmente imposibles», amonestó. «Básicamente, no obligues a la IA a mentir».
Este posicionamiento contrasta fuertemente con otras empresas de IA como OpenAI, de la que Musk fue cofundador y que ha sido acusada en repetidas ocasiones de «atontar» a su bot ChatGPT para evitar temas controvertidos y de tener un sesgo político de izquierdas.
Fuente: David Rozado / New Zealand Institute of Skills and Technology
Musk prevé que xAI se convierta en un sólido contrincante de gigantes del sector de la IA como OpenAI y Google.
«La competencia en el espacio de la IA es valiosa para evitar que una empresa domine el desarrollo», dijo Musk. «La competencia hace que las empresas sean más honestas».
La ambición de xAI va más allá de la creación de un chatbot de IA que hable con la verdad. Musk presentó una empresa que pretende «comprender la verdadera naturaleza del universo», un objetivo elevado se mire por donde se mire. Su objetivo es utilizar la IA para abordar cuestiones científicas sin resolver sobre temas tan diversos como la materia oscura, la energía oscura, la vida extraterrestre y la naturaleza de la gravedad.
xAI ya tiene acceso a un nutrido grupo de expertos, que atrae a ejecutivos e investigadores de las principales empresas de IA, como Google, Microsoft y OpenAI.
Sin embargo, el objetivo de una IA sin prejuicios plantea la cuestión moral de la alineación de la IA, que a menudo requiere supervisión humana para evitar que cause daño generando resultados falsos o conclusiones moralmente erróneas.
Cuando se le preguntó si xAI era su intento de construir una «IA TruthGPT» en respuesta a ChatGPT de OpenAI y su supuesta parcialidad política, Musk dijo: «Creo que entrenar a la IA para que sea políticamente correcta entraña un gran peligro». O, en otras palabras, entrenar a la IA básicamente para que no diga lo que realmente cree que es verdad».
La visión de Musk es convincente, pero aviva el mismo debate sobre la necesidad de guardarraíles para la IA como los que él respaldó anteriormente.
El jefe de Tesla ha expresado con claridad su preocupación por el desarrollo de la IA y recientemente ha instado a la regulación y a la colaboración de la industria. Sin embargo, dado que se calcula que la inversión en IA alcanzará los 15,7 billones de dólares en 2030, Musk no es el único que espera sacar provecho de las expectativas infladas.
A pesar de presidir diversas polémicas, Elon Musk sigue impertérrito a la hora de trazar un nuevo rumbo para la IA.
Hay un viejo adagio que dice: «En la búsqueda de la verdad, tienes que obtener ambos lados de una historia». Con la xAI de Musk, sin embargo, queda por ver si la «verdad» de la IA resonará con nuestro entendimiento humano. Al fin y al cabo, la verdad de una persona puede ser la propaganda de otra.
Aunque el atractivo de una IA sin censura es innegable, aún no sabemos si servirá como faro de iluminación o si, como la caja de Pandora, desencadenará una serie de consecuencias imprevistas.
