Pakistán se une a la creciente lista de países que planean convertir el bitcoin en un activo estratégico. Inspirado por Estados Unidos, El Salvador y Bután, el país planea crear una reserva nacional en BTC, al tiempo que explora la idea de utilizar DeFi para obtener un rendimiento.
Pakistán está listo para adoptar Bitcoin y sigue el ejemplo de Bután y Estados Unidos
Desde hace un año, la idea de constituir reservas estratégicas en Bitcoin a escala estatal está ganando terreno. El Salvador abrió el camino en 2021, seguido este año por Estados Unidos, que está considerando utilizar los BTC incautados por la justicia para crear una reserva nacional.
Bhután, más discreto, ha acumulado bitcoins procedentes de la minería alimentada por sus excedentes hidroeléctricos, acumulando ahora el equivalente al 40 % de su PIB en BTC. Incluso en la India, el portavoz del BJP ha abogado recientemente por una iniciativa similar.
Hoy en día, es Pakistán el que parece prepararse para adoptar el bitcoin. A principios de año, el país nombró a Changpeng Zhao, antiguo director general de Binance, asesor en materia de criptomonedas.
Más tarde, Bilal Bin Saqib, ministro responsable de las criptomonedas, anunció su intención de crear una reserva estratégica de bitcoines durante la conferencia Bitcoin celebrada en Las Vegas.
Esta semana, el medio de comunicación Cointelegraph reveló que Pakistán se estaba preparando para adoptar el bitcoin siguiendo el modelo estadounidense y butanés.
Parece que los consejos de CZ han ayudado a Pakistán a definir una estrategia más clara para la adopción de Bitcoin.
Según las revelaciones de Cointelegraph, el país planea crear una reserva estratégica en BTC, inspirada en el modelo estadounidense, utilizando bitcoins confiscados por la justicia.
En lugar de venderlos, Pakistán planea conservarlos e invertirlos en protocolos de finanzas descentralizadas (DeFi) para generar rendimiento, sin afectar al presupuesto. Islamabad, la capital del país, tiene previsto destinar 2000 megavatios de electricidad excedente a la minería de bitcoines y a infraestructuras de inteligencia artificial. Una iniciativa que permitirá al país aumentar la rentabilidad de sus centrales eléctricas y, al mismo tiempo, acumular BTC para su reserva.
Aunque minar y conservar bitcoins es una estrategia coherente para un gobierno, utilizarlos en protocolos DeFi es una cuestión mucho más compleja.
Si bien la tentación de obtener ganancias puede incitar a asumir mayores riesgos, no hay que olvidar que los protocolos DeFi siguen siendo vulnerables a fallos técnicos, errores y piratería, incluso entre los más reputados. Bybit lo sufrió a principios de este año, cuando perdió 1400 millones de dólares tras un hackeo dirigido a la interfaz de Safe, el protocolo de multifirma que utilizaba la empresa.
A continuación, para integrar los BTC en la DeFi, basada principalmente en Ethereum o en blockchains de contratos inteligentes similares, es necesario convertir los bitcoins en versiones tokenizadas (como Wrapped BTC), pasando por intermediarios centralizados. Este proceso introduce un riesgo de contraparte: si la entidad que posee los BTC originales quiebra o se ve comprometida, los BTC se pierden.
Además, los altos rendimientos prometidos por algunos protocolos suelen ocultar una baja liquidez, mecanismos económicos frágiles o, en ocasiones, incluso esquemas Ponzi encubiertos. Para un Estado, exponer fondos soberanos a este nivel de inestabilidad podría resultar política y económicamente desastroso.