El FBI ha detenido a un ciberdelincuente británico después de que aceptara un pago en Bitcoin, traicionando así años de anonimato conseguido gracias a Monero. Este caso pone de relieve la eficacia de la trazabilidad de Bitcoin, a menudo subestimada, en un contexto en el que las regulaciones sobre las criptomonedas son cada vez más controvertidas.
Una operación encubierta que acaba con un ciberdelincuente experimentado gracias a Bitcoin
Kai West, un estudiante británico de 20 años especializado en ciberseguridad, fue acusado esta semana en Estados Unidos. Bajo el alias «IntelBroker», habría vendido y/o divulgado datos sensibles de empresas estadounidenses, sistemas sanitarios y servicios gubernamentales entre 2023 y 2025. Las autoridades estiman que los daños relacionados con sus actividades ascienden a 25 millones de dólares.
Kai West utilizaba exclusivamente la criptomoneda Monero (XMR) para realizar sus ventas en foros de la dark web. Monero es conocida por su capacidad para ocultar la información de las transacciones, en particular gracias a las «firmas en anillo».
El uso de Monero le permitía operar en la sombra, al margen de las herramientas de rastreo clásicas más eficaces en blockchains como Bitcoin.
Pero todo cambió en enero de 2023, cuando un agente del FBI, haciéndose pasar por un comprador interesado, logró ofrecerle un pago de 250 dólares en Bitcoin. IntelBroker, que hasta entonces se había negado a realizar ninguna transacción fuera de Monero, acabó cediendo. Esta única transacción abrió una brecha. West habría cometido el error de compartir una dirección ya utilizada que había sido alimentada por otra cartera, a su vez conectada a una cuenta en la plataforma Ramp, un servicio de compra de criptomonedas que exige una verificación de identidad.
Esta cuenta estaba vinculada al carné de conducir de Kai West. Los investigadores también habrían encontrado una cuenta de Coinbase abierta con el alias «Kyle Northern» con el mismo documento de identidad. La investigación también cruzó sus actividades digitales: la dirección IP, el historial de YouTube, las direcciones de correo electrónico y las contraseñas coincidían con las utilizadas por IntelBroker en los foros.
A pesar de sus esfuerzos por hacerse pasar por un hacker rusoparlante, West residía en el Reino Unido, donde continuaba sus estudios.
El caso IntelBroker pone de relieve el poder de la trazabilidad que ofrece Bitcoin. Contrariamente a la creencia popular, la cadena de bloques de Bitcoin es pública y todas las transacciones pueden analizarse. Son precisamente estos rastros los que permitieron al FBI identificar al hacker tras un único pago en BTC.
Sin embargo, esta transparencia suele ser ignorada y dejada de lado por muchos políticos para justificar regulaciones cada vez más estrictas. Sin embargo, según Chainalysis, solo el 0,14 % de las transacciones criptográficas eran ilícitas en 2024. A modo de comparación, con las monedas fiduciarias, entre el 3 y el 5 % del PIB mundial está implicado en actividades ilegales cada año, según la ONU.
Las medidas de vigilancia impuestas a las plataformas de intercambio de criptomonedas, como el KYC, exponen a los usuarios a riesgos importantes: fugas de datos, usurpación de identidad e incluso violencia física. En Francia, en 2025 se produjeron ocho secuestros de figuras del sector de las criptomonedas, cuyos datos habrían sido comprometidos. Con el pretexto de luchar contra la delincuencia, se está debilitando una alternativa monetaria transparente y verificable, en detrimento de la soberanía individual. Esta paradoja plantea una pregunta fundamental: ¿es Bitcoin una herramienta de libertad… o una víctima de la represión impuesta por nuestros gobiernos?